Educación para el envejecimiento
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Educación para el envejecimiento

¿Cómo hacer para que los años en que se ha extendido la esperanza de vida, transcurran con una calidad de vida más satisfactoria?


La promoción de la salud mental:

Promoción de salud mental además en lo que entiendo como período de envejecimiento, esto es la etapa que más se ha extendido con el aumento de la expectativa de vida. Según nos muestra nuestra propia experiencia práctica, los años en que, a pesar del viejo dicho de que " se envejece como se ha vivido", podemos constatar que existe todavía una importante posibilidad de cambios en actitudes que permite un posicionamiento más saludable frente al envejecer.

No se me escapa que los factores socio-económicos tienen una influencia muy decisiva en relación a la calidad de vida de las personas y que la lucha que llevan los jubilados no solo habla de su justeza sino también de la fuerza puesta en ella.

Hacemos una división entre período de envejecimiento y vejez. Consideramos como el envejecer, el período de tiempo que va entre los 55 y los 75/79 años (la edad cronológica es siempre relativa y nunca se la puede tomar como única variable) y vejez, el período que se extiende a partir de los 80 años. Cuando hablamos de calidad de vida, término también nuevo en las investigaciones psicosociales, tomamos en cuenta, por tanto, los múltiples factores que la determinan y no exclusivamente lo cronológico. Dejamos de lado en este enfoque el modelo deficitario, bio-médico, que encaró siempre al envejecimiento como una etapa de deterioro, donde lo que predomina son las pérdidas, y lo miramos como un proceso de crecimiento, complejo, multidimensional.



Aspectos Psicológicos del envejecimiento

El envejecimiento es un proceso gradual, natural, universal, inexorable; estructurado a través del tiempo y evidenciado por cambios y transformaciones a nivel bio-psico-social.

Los envejecientes, como antes nunca lo habían hecho, toman conciencia del tiempo, se sienten como pasajeros del tiempo, y el tiempo es la más implacable, tirana e inexorable de las dimensiones en donde transcurre el hombre.

Este contacto con la idea de tiempo que no solo marca nuestra finitud, sino lo que hicimos y lo que dejamos de hacer, los años que se fueron cumpliendo, los hijos que se fueron independizando, la jubilación, los nietos que significan la abuelidad, las muertes cercanas, el cuerpo que ha cambiado, la menopausia, las arrugas, las canas, la necesidad de lentes o de audífonos. Cambios en lo biológico que el cuerpo denuncia y que implican cambios psicológicos importantes. Son las pérdidas con las que se enfrenta el Adulto Mayor y el trabajo de duelo que se pone en marcha, en forma necesaria y saludable en la mayoría de los casos; en forma patológica en otros.

La Educación para el Envejecimiento

La Educación Permanente para Adultos Mayores, que bajo el lema " se puede aprender durante toda la vida", abre lugares y lucha contra uno de los prejuicios muy arraigados todavía en el imaginario social y que condiciona a toda la sociedad y a los mismos adultos mayores; dando como verdadero y universal el concepto referido a la pérdida de la posibilidad de aprender en el envejecimiento.

Ahora bien, dentro de la Educación Permanente y diríamos dando ingreso a ella, ubicamos la Educación para el envejecimiento, como manera de cubrir lo que a continuación puntualizo en 10 pautas:

Brindar información para una mejor comprensión del proceso del envejecer y de los cambios y transformaciones que ello implica.

Posibilitar un conocimiento de las potencialidades de aprendizaje de que se dispone.

Favorecer a través de la información brindada, la manera de desaprender los prejuicios e ideas erróneas acerca de la vejez que están instalados en el imaginario social. Los prejuicios e ideas erróneas más comunes son:

  1. Considerar al envejecimiento y a la vejez como una enfermedad.

  2. Tomar la pasividad como el estado natural para alguien que, llegado a los 60 o 65 años debe jubilarse de su trabajo.

  3. El viejismo, prejuicio bastante generalizado en nuestra sociedad, producto del desconocimiento y en especial del miedo; el viejo es como un espejo en el que muchos no se quieren mirar.

  4. Creer que el Adulto Mayor ya no puede seguir aprendiendo. De hecho, siempre el aprendizaje estuvo ligado a la producción, pero ahí terminaba. Ahora todos los estudios muestran cómo se puede aprender y educar a lo largo de toda la vida.

  5. Considerar el recordar como insano. La reminiscencia es una función psíquica de singular importancia en esta etapa de la vida. Permite reconstruir la historia personal integrándola al presente. Refuerza así la identidad y la autoestima dándole continuidad a la vida.

  6. Otorgar al envejeciente el carácter de "asexuado". La sexualidad (que no debe confundirse con genitalidad) es una función del ser humano desde que nace hasta que muere. Es un prejuicio que hace mucho daño al Adulto Mayor porque le quita o le menoscaba la posibilidad de amor, de ternura, de contacto corporal con un otro.


Ayudar a hacerse cargo del tiempo libre del que se dispone, abriéndose a actividades corporales, intelectuales, sociales que tengan como fin el esparcimiento, el placer, el desarrollo personal, el goce que da una tarea libremente elegida y ejercitada por y para el individuo. Nuestros Adultos Mayores no fueron educados para el buen uso del tiempo libre, " el ocio, madre de todos los vicios" pesó siempre al igual que la represión sexual, como parte de una cultura de comienzos de siglo.

Aportar elementos para una mejor adaptación a un medio tan cambiante y al uso de los instrumentos que la tecnología impone, para no quedar marginados e insertarse de la mejor manera en la sociedad actual.

Auspiciar programas de preparación para la jubilación y la nueva forma de participación en la comunidad una vez alejados de la "vida activa", término surgido del área de la producción.

Promover la salud a través de conocer la forma que debe tomar el autocuidado y el mantenimiento y preservación de la autonomía.

Proporcionar datos y recursos para la adquisición de buenos hábitos de vida o para retardar un mal envejecer.

Sabemos que hay hábitos que ya en el envejeciente es imperioso cambiar: el tabaquismo, el alcoholismo, el sedentarismo; la rutina y el aburrimiento también hacen estragos en la gente mayor y aceleran un mal envejecer.

Difundir los conceptos acerca del envejecimiento y el accionar de los nuevos Adultos Mayores, al resto de la sociedad, niños, jóvenes, adultos, para ir logrando una mejor intercomunicación generacional.

Apoyar con estos elementos la formación de un nuevo modelo de envejecimiento, basado en la actividad, el goce y el aporte de la experiencia a las nuevas generaciones.

Conclusión

La atención sostenida e interesada que, durante la hora y media de duración de la reunión, pueden demostrar la mayoría de los participantes.

La posibilidad de ir integrándose a un grupo, escuchando y siendo escuchado, con formación de nuevos vínculos que muchas veces se continúan fuera del lugar. Reforzamos la idea de la necesidad de una Educación para el envejecimiento que no solo ayude a desaprender las ideas erróneas acerca del mismo, sino que logre cambios importantes en la búsqueda de un buen envejecer.

A través de la Educación para el envejecimiento se muestra en distintas formas la importancia de la actividad (corporal, intelectual, social), indispensable para el logro de una mejor calidad de vida. Una experiencia muy valiosa es trabajar con material bibliográfico (las copias de las clases y otros) que les permite leer lo tratado en el grupo, pensarlo y responder a pequeños trabajos que se les pide como reflexiones, preguntas, sugerencias.

El clima emocional y marcadamente solidario que se da en las reuniones ayuda a expresar situaciones vividas, a veces traumáticas, conflictivas o agradables, o a preguntar sobre temas en general de difícil comunicación para los mayores como la sexualidad o la muerte.

La asistencia casi completa de los participantes, al igual que la puntualidad es también un índice del compromiso que cada uno tiene con el grupo. Que se puede articular el concepto básico de un buen envejecer, con las posibilidades psíquicas del Adulto Mayor de hacer modificaciones que lo llevan a tener una actitud para posicionarse y buscar desde allí una mejor calidad de vida.

Que no es factible aplicar pautas generales de envejecimiento: hay vejeces, cada una con su singularidad propia tanto en la manera de envejecer como en la vivencia que se tiene de este envejecer. La interacción en el grupo, la comunicación y formación de nuevos vínculos, opera como bien dice Fernández Lópiz como "...una suerte de oxigenación social, vital para la supervivencia mental, personal y afectiva..."

Texto de: Virginia V. de Viguera

 

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